¿Quién Soy?

Mi nombre es Javier y yo nací con aniridia congénita. La aniridia congénita es una enfermedad que provoca la malformación de los ojos y por consiguiente diversas afecciones oculares. Con casi toda seguridad, las personas enfermas de aniridia nacen con un muy reducido resto visual, el cual es probable continue disminuyendo a lo largo de la vida del paciente.

Si bien es natural percibir el hecho de nacer con una severa deficiencia visual como una "jugarreta de los Dioses", si me pongo a analizar mi vida, no puedo sino llegar a la conclusión de que a fin de cuentas constituyó un factor positivo. Ciertamente cada uno puede tener su opinión, pero lo que es un hecho incontestable es que mi deficiencia visual no me privó de llevar una vida ciertamente apasionante, que estoy seguro cualquier persona podría envidiar.  

Lo cierto es que una deficiencia física es un handicap, pero cualquier handicap no supone otra cosa que un reto, y la única forma de afrontar un reto es poniendo un esfuerzo adicional. Al fin y al cabo, un reto no es otra cosa que una invitación intolerablemente insolente a redoblar esfuerzos. Digan lo que digan, yo que acabé escribiendo una tesis doctoral centrada en los mecanismos de la atención en el cerebro, sé bien que cuanto más atención se pone, cuanto más esfuerzo se realiza, mejor es el rendimiento. A mí se me hizo muy pronto evidente que, dada mi deficiencia visual, si quería salir adelante, me iba a hacer falta esforzarme más que los demás. De pequeño quería ser piloto de Fórmula 1; pero cuando tus sueños te susurran que te dediques a darte de cabezazos contra la pared, digan lo que digan, lo mejor y más inteligente es sacudir los sueños a un lado, usar la cabeza y actuar con sensatez. La verdad es que la inteligencia artificial resultaba fascinante y el estudio del cerebro aún más. Además mi deficiencia visual no representaba mayor impedimento para desempeñar ninguna de estas actividades; así que decidí dedicarme a ello.      

Fui a la universidad con la salvaje ambición juvenil de ser el mejor. Para cuando terminé, mi brillante expediente académico me ganó una beca del Ministerio de Educación para realizar un doctorado en neurociencia computacional en una universidad estadounidense. Así que,Siendo todavía apenas un chaval, me fui con toda la ilusión a Los Angeles a comerme el mundo. ¡La verdad es que fue una aventura fantástica! Me costó sangre, sudor y lágrimas, me llevó casí diez años, realmente me exprimieron hasta la última gota; pero al final - como nací con aniridia ' lo conseguí, desde luego valió la pena y sin duda alguna lo volvería a hacer mil veces. ¡Además la tesis doctoral me quedó guapísima! Lo cierto es que no hay un campo más fascinante que la neurociencia computacional, ni hay conocimiento más magnífico que comprender cómo funciona el cerebro. ¿cómo se puede vencer la pereza para lograr ser más productivo y poder alcanzar tus metas? ¿Cómo se llega al corazón de las personas? ¿Cuál es el secreto de la felicidad¿         

También es cierto que el esfuerzo realizado y el estrés durante mi doctorado me llevó a un punto donde necesitaba desconectar. La investigación científica es apasionante, pero supe entender qué me hacía falta disfrutar también de la vida. Pienso de nuevo que mi aniridia me llevó a sentir una fascinación muy especial por los viajes. La sensación de lanzarme a la aventura, sentirme libre sin depender de nadie y comprobar que era capaz de lograr cualquier cosa, era casí embriagadora. Mi deficiencia visual sí hacía imposible que pudiera conducir un automóvil, pero nada me impedía viajar en cambio en bicicleta. El oeste estadounidense ofrece unos paisajes naturales maravillosos y yo siempre había deseado poder ir a disfrutarlos algún día. De hecho, cuando dejé mi trabajo en AT&T Madrid para iniciar mi doctorado en California, me prometí que no regresaría de Estados Unidos sin antes haber conocido Yellowstone NP. De modo que cuando terminé mis estudios y por fin dispuse del suficiente tiempo, me compré una bicicleta y me fui de cicloturismo por todo el oeste estadounidense. ¡Aquella experiencia fue sencillamente increible! De hecho, dos años después, cuando creía estaba llegando al final de la aventura, fue cuando conocí en Montana a Alia. Pienso que sería justo decir que Alia fue la primera chica que creyó en mí, hasta el punto de estar dispuesta a luchar por mí todo lo que hiciera falta. Supongo que eso significa todo para una persona como yo, que había nacido con una importante deficiencia física. De modo que cuando me hizo ver que quería casarse conmigo, yo no tuve muchas dudas. Los seis años de matrimonio con Alia fueron maravillosos: viajamos por más de sesenta países, vivimos juntos un sinfín de experiencias inolvidables y aventuras increibles, y, si bien nunca lo tuvimos fácil, nos queríamos de corazón y eramos felices. Nuestra última gran aventura fue recorrer África desde Madrid hasta Ciudad del Cabo en un Land Rover Series III del año 1974. Recuerdo todavía como si fuera ayer la emoción que sentíamos al alcanzar por fin Ciudad del Cabo: ¡lo habíamos conseguido! Podíamos tocar el cielo con los dedos. Era imposible entoncés imaginar que tan solo un mes más tarde todo iba a saltar por los aires. Aquelló fue durísimo, se me cayó el mundo encima y lo perdí todo. Incluso perdí la poca vista que tenía y lo único que logré salvar fue la vida. ¡Caramba, es que hasta el todo poderoso sistema se me volvió en contra y se vino a por mí! Sin embargo, como nací con aniridia nunca me rendí, nunca olvidé qué es lo más importante en la vida de una persona, y seguí luchando. Los últimos años han sido muy difíciles: esforzándome por salir adelante, tratando de recuperar mi vista, y trabajando duro por alcanzar mi gran anelo; pero poco a poco me he ido levantando y pronto lograré triunfar en la más maravillosa de las luchas en la vida de una persona.


Si quieres saber más sobre mi vida, mis experiencias y aventuras, puedes encontrar todo lo que te interese en mis blogs:


Y si te intriga cómo funciona el cerebro animal seguro que te fascinará leer el siguiente libro (especialmente el capítulo sobre los mecanismos cerebrales que dan origen al consciente y su fascinante paralelismo con el surgimiento de la civilización)::

System Ideologies and the Emergence of Consciousness and Civilization.

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